viernes, 5 de diciembre de 2008

Juan Diego Flórez vuelve a medirse en Peralada


Nuevamente dá las razones por la que no quiere forzar su voz y está en su derecho.A un gran artista se le puede perdonar todo,a cambio que nos deleite con lo que se siente más comodo.
El tenor deberá refrendar hoy el éxito del recital de hace seis años
Para que un concierto destaque en la apretada agenda de una gran estrella de la ópera, este tiene que ser muy "especial", y así calificó ayer el tenor Juan Diego Flórez el recital que dio en el 2002 en el Festival de Peralada. "Hubo entonces una gran conexión con el público", explicó ayer, recién llegado a Barcelona, mientras se resignaba a la idea de que sus maletas, procedentes de Italia, acabaran en el aeropuerto de Buenos Aires.
Así que la buena cara ante ese mal tiempo se la puede proporcionar el concierto de esta noche en los jardines del castillo ampurdanés. Nadie lo duda. La reválida de Peralada no se apartará del habitual repertorio belcantístico de Flórez: Bellini (I puritani) y Rossini (La donna del lago y Guillaume Tell) para la primera parte y Donizetti (Lucrezia Borgia, La Favorita, y La figlia del reggimento) en la segunda. Todo ello dirigido por su gran amigo Michele Mariotti.
EXPERIENCIA INCÓMODA
El gran divo del momento apenas ha hecho concesiones ante el gran público y de la última se acaba de arrepentir. Se trata de su incursión lírica en el Rigoletto de Verdi, que cantó en Lima y en Dresde pero que, a tenor de sus palabras, es posible que no cante en el Teatro Real de Madrid en junio del próximo año. "No me encontré cómodo, tuve que forzar la voz y me costó mucho volver a mi vocalidad habitual". Para que quede claro que lo suyo es una cuestión de responsabilidad y no de atrevimiento, añade: "Rigoletto no es un desafío para mí, lo que canto habitualmente es más difícil. Creo que cantaré esa ópera en el futuro, pero no ahora". Obviamente, estas declaraciones no han sentado demasiado bien en el coliseo madrileño, cuyos responsables, ignorantes hasta el momento de las inquietudes del cantante, no habían conseguido hablar con él en la tarde de ayer, pese a que tiene un contrato firmado para siete funciones.
DEFENSOR DE SU INTIMIDAD
Estar permanentemente bajo los focos es algo contra lo que el sucesor de Pavarotti se vacuna habitualmente preservando su intimidad. "Cuanto más me exige el público, más me pido a mí mismo. Por eso es importante cuidar mi vida personal. Viajar con mi esposa me coloca al margen de todo ese trajín, ella es la que me mantiene con los pies en la tierra". Por contra, nunca como ahora ha sentido el artista una mayor presión: "No te puedes permitir cantar mal, no solo porque el público así lo espera, sino porque ahora todo queda registrado. En esa circunstancia no cabe el descanso ni la relajación". Y más cuando el propio Pavarotti fue quien le pasó el testigo como gran divo. Así lo afirmó el fallecido tenor en varias entrevistas y lo refrendó en una televisiva: "La vi hace poco. Oírselo decir fue emocionante, algo que agradecí muchísimo, aunque en el fondo no crea en eso de las sucesiones".
En la apretada agenda del tenor ligero se sitúa la grabación de un disco de música sacra y la participación en la desconocida ópera de Rossini Matilda de Shabran en el Convent Garden de Londres, así como una Sonnambula junto a Nathalie Dessai en el Metropolitan de Nueva York. Y en lo que se refiere a sus citas barcelonesas, el Liceu espera su participación en La fille du régiment en el 2010, Linda de Chamounix en el 2012 y La Sonnambula en el 2014.

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